La neutralidad, ¿condición necesaria de Internet?

Mientras me encontraba en la presentación del libro de Versvs La neutralidad de la Red, una idea nebulosa empezaba a tomar forma en mi cabeza. Supongamos una red estatal de carreteras: ¿permitiría la administración estatal que una empresa asfaltara la carretera de forma que los vehículos con neumáticos de cierta marca circularan mejor? ¿Admitiría que una empresa que gestionara un tramo de autopista permitiera a los vehículos circular a diferentes velocidades máximas según el peaje que pagaran?

En este caso tenemos alguien que decide qué características ha de cumplir una carretera (en su construcción o explotación) para considerarse parte de la red estatal: el propio estado concede este título. Las vías que no las observen podrán considerarse circuitos de cross, de fórmula 1, caminos de huerta… lo que queráis, pero no carreteras estatales de uso público, sino circuitos privados. ¿Existe una correspondencia con la situación en Internet?

Efectivamente. Para comenzar, Internet es el resultado de interconectar las diferentes redes de dispositivos que usan un lenguaje común concreto para comunicarse: el Protocolo de Internet o IP (Internet Protocol). La Internet Engineering Task Force (IETF) define este estándar con especificaciones técnicas que de no cumplirse pueden dejar a una red aislada del resto.

Ahora bien, IP (como buen fruto del trabajo de muchos hackers) es un estándar abierto que nadie puede prohibir usar a ningún otro. ¿Quiere decir ello que cualquier red que use IP (por ejemplo, la de una oficina) es parte de Internet? No: en primer lugar deberá estar de alguna forma conectada con el resto, y en segundo lugar (y aquí se encuentra el quid) deberá recibir direcciones de la ICANN (la Internet Corporation for Assigned Names and Numbers, mediante la Internet Assigned Numbers Authority —IANA). Efectivamente, la ICANN es el actual «órgano de gobierno» de Internet, la que concede a una red el título de «formar parte de Internet».

Eso significa que la ICANN tiene la potestad de retirar una red de Internet si ésta no cumple las condiciones que definen Internet. Y aquí llegamos al meollo del asunto: ¿es la neutralidad una de las condiciones necesarias de Internet según la ICANN? Si la respuesta es «no», i.e. tan sólo exige cumplir con el protocolo IP y otras cuestiones administrativas y técnicas, habremos de confiar la neutralidad al mercado (y el de las telecomunicaciones es uno con una barrera de entrada particularmente alta donde los jugadores de siempre aborrecen la neutralidad) o a regulaciones estatales (cuando muchos estados tampoco tienen interés en la neutralidad y además estarían interfiriendo en el mercado).

Pero si la respuesta es «sí», la ICANN debería retirar de Internet las redes no neutrales. Si una empresa (pongamos Fonitéleca) quisiera tener una red IP que favoreciera sus contenidos propios debería operar aisladamente, usar un rango de direcciones IP privadas y ponerle otro nombre (pongamos InfoRaíl). Nadie le prohibiría que usuarios externos o incluso otras redes IP se conectaran a ella, pero la red primera o la interconexión de ambas no serían Internet (ni podrían vender el acceso a ella como tal).

Lo más gracioso es que esto ya ocurrió hace años en la época de las primeras conexiones domésticas. La desaparición de estas redes «corralito» y el hecho de que probablemente muchos no pillarán la coña del ejemplo anterior es la prueba del «éxito» que tuvieron (y que tal vez tengan otros «corralitos» como Facebook).

Los hay que pensamos (como bien explica Versvs en su libro) que la neutralidad es un factor imprescindible de Internet, de su diseño y de la capacidad que tiene para permitir a cualquiera comunicarse en ella en igualdad de condiciones. Por eso opino que la ICANN, que entre sus objetivos tiene «promover la competencia» en Internet, debería tomar la sartén por el mango y exigir a los operadores respetar el principio de neutralidad de la Red o abandonar Internet.

Y aún así es un extremo que me entristece porque explota una de las debilidades centrales de Internet (la ICANN) que otros no dudan en aprovechar. Ciertamente, preferiría un mercado de proveedores con mayor competencia donde la neutralidad no peligrara sin necesidad de medidas coercitivas. Vuelvo a poner mis ojos sobre las redes comunitarias libres como guifi.net, redes libres, abiertas y neutrales que mantienen vivo el espíritu de crecimiento distribuido de la Red y que tan sólo ahora comienzan a verse aceptadas a Internet por la ICANN, un organismo que ellas mismas han superado organizándose de abajo hacia arriba. ¿Habrá llegado la hora de una nueva forma de Red?