El libro 11M: Redes para ganar una guerra de David de Ugarte trata temas graves como el nuevo terrorismo fundamentalista, pero uno de los análisis que más me chocó (por acertado, naturalmente) fue el de la cuadrilla, la forma de relación social predominante en España, el grupo de amigos que han convivido en el mismo lugar (el pueblo, la escuela) al mismo tiempo, es decir, que comparten una relación biográfica.
Estas comunidades comparten un carácter fundamental con tantas otras comunidades reales o imaginarias que cimentan esa sociedad: lo incontestable, inamovible e involuntario de su base. Así tenemos la coincidencia biográfica (en la cuadrilla), quien te crió (en la familia), la confesión en que te bautizaron (en la religión), o dónde naciste tú o tus padres (en la nación). Son lo que el libro llama identidades caras, por el nivel de compromiso o deuda que se supone con ellas y por cuán traumático resulta abandonarlas.
Los caracteres expuestos arriba hacen que cada comunidad de las anteriores sea bastante estanca y a menudo exclusiva respecto a las otras de la misma categoría: es muy difícil que se dé un debate que permita a sus miembros deliberar o desarrollar un discurso alternativo (si son socialmente minoritarios), evolucionar o provocar un cambio, o incorporar nuevos miembros provenientes de otras comunidades de la misma categoría.
Uno de los casos más claros es el de las naciones, comunidades imaginarias ligadas a territorios y a menudo asociadas con estados nacionales igualmente territoriales. Se hace muy difícil que los inmigrantes puedan incorporarse completamente a la sociedad que habita el territorio reclamado por una nación, especialmente cuando el estado correspondiente da preferencia al principio de nacionalidad, que en el mejor de los casos tan sólo permite una situación de multiculturalidad donde supuestamente se respeta a los otros (pero continúan siendo los otros).
Este aislamiento social favorece la creación de redes marginales o paralelas de asistencia social que encuentran su extremo en el desarrollo de paraestados o la transformación en filés negras, y que son propicias para la formación de células que se sumen a redes terroristas como Al Qaeda. Este nuevo terrorismo en red desencadena acciones mediante el swarming e, imbricada en —pero no parte de— la sociedad, emplea técnicas de netwar para subvertir sus recursos.
Para evitar estos problemas, más que propagar forzosamente los «valores occidentales» en los países de origen de los inmigrantes, conviene evitar la formación de esas redes paralelas facilitando la creación e incorporación en las redes ciudadanas que permitan a todos experimentar las ventajas de vivir en libertad y apoyados por una comunidad real. Pero esta vez se necesitan redes basadas en identidades baratas, fluidas y superpuestas como las del ciborg, que permiten la deliberación, la evolución y la entrada y salida voluntaria sin traumas. Si las redes que creamos son distribuidas y transnacionales, los movimientos migratorios, la globalización y las comunicaciones harán el resto.
Los estados deberían dar preferencia a la ciudadanía sobre la nacionalidad, al mestizaje sobre la multiculturalidad, pero en cambio protagonizan una escalada nacionalista cada vez mayor. También podrían promover la cohesión social fomentando las redes ciudadanas, pero éstas pondrían en riesgo la preponderancia estatal en campos como la educación, la asistencia social o la seguridad. La solución que ven al terrorismo en red (que continúan combatiendo como si fuera un enemigo tradicional) es aumentar el control sobre la población, debilitándola y consiguiendo el efecto contrario. Más leña al fuego de la descomposición.
(Si prefieres los finales positivos, prescinde del párrafo anterior ;)
.)
Hola, Iván... te veo
Hola, Iván... te veo interesado en las cibermultitudes; excelente tu post sobre Diaspora, que reproduciremos en nuestro blog pronto.http://propolis-colmena.blogspot.com/
Échale, si tienes tiempo, un vistazo a 13M, multitudes online; lo sacamos a un año de los sucesos y está disponible en mi web www.victorsampedro.net
Tomo nota
Sí que parece interesante… Me lo apunto, ¡gracias!
Habiendo echado un vistazo al índice, no puedo más que recomendarte el libro de David de Ugarte 11M: Redes para ganar una guerra y el documental de Manuel Campo Vidal «La rebelión de los móviles».
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