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¿Aún no te has enterado de que es posible?

No hace falta ser un gran psicólogo para detectar mi falta de fe en que los estados, los políticos y los grandes agentes económicos vayan a cambiar su actitud de fondo respecto a aquellas iniciativas que realmente empoderan a los ciudadanos, en parte por su naturaleza centralizadora, en parte porque ya no dan abasto. Si queremos libertad e independencia, mejor nos toca aprender a organizarnos para sacarnos las castañas del fuego, pero también hemos de hacer lo posible para dotarnos los unos a los otros de todas las herramientas necesarias para facilitar que todo el mundo pueda hacerlo.

Por eso es de agradecer que de tanto en tanto te refresquen la memoria (esa facultad tan volátil e infrautilizada) para poder ligar cabos y caer en que ésta es una lucha factible que ya ha dado algunos frutos importantes. El compendio de artículos Como una enredadera y no como un árbol y el documental Bringing Down a Dictator son dos de estos elementos refrescantes.

Como una enredadera… es un texto breve que encuentro complementario a La ética del hacker de Pekka Himanen y que desarrolla ideas similares: la nueva economía globalizada y tecnificada exige nuevas formas de innovación que ya no encuentran incentivos ni posibilidades en los antiguos esquemas monolíticos y burocratizados de crecimiento lineal y cerrado de las corporaciones. Al contrario, la naturaleza creativa de las innovaciones pide volver a un modelo distribuido de conocimiento generado abiertamente similar al de la academia, basado en la ética hacker que da soporte al nuevo paradigma sociotecnológico (el informacionalismo) donde prospera una nueva clase social (la netocracia).

El compendio repasa algunas historias de proyectos que, apoyados en este modelo distribuido y creciendo gracias al efecto red, han superado los obstáculos directos puestos por los gobiernos (como el uso común de PGP y la criptografía fuerte, o la campaña del lazo azul), o han marcado hitos sociotecnológicos fundamentales (como el PC, la WWW, el software libre o la criptografía de clave pública) ante la sorpresa de los principales agentes tecnológicos que o no los veían venir i nunca las habrían considerado interesantes. Y es que, como cita David, es en el encuentro de puntos de vista diversos donde se genera la innovación, y este fenómeno es más propenso a aparecer en una red distribuida de intercambios abiertos de conocimiento, que crece sin una raíz única como una enredadera, que en una estructura jerarquizada, cerrada y rígida que crece como un árbol.

Con todo, aún quedan varias luchas vivísimas en los terreno digitales: la reducción de los monopolios intelectuales (copyright y patentes) que amenazan el libre flujo de información, la defensa de la libertad de expresión y la privacidad en el ciberespacio necesarias para la afirmación propia (cada vez más ligadas al punto anterior), o el acceso universal a la Red (donde las redes ciudadanas tienen mucho que decir). Pero el trabajo se hace con mayor alegría al constatar que es posible, y no sólo en el ciberespacio…

Bringing Down a Dictator nos muestra que el modelo de organización distribuida puede ser más útil para la lucha política que el tradicional de partidos y presión internacional, y lo hace describiendo cómo el movimiento Otpor! (¡Resistencia!) resultó decisivo para expulsar a Slobodan Milošević del poder en Serbia.

En mi opinión, el gran acierto de Otpor! fue renunciar al alineamiento político para así poder adquirir una estructura distribuida. No existía una dirección que marcara las estrategias, sino que los simpatizantes tenían una libertad de acción absoluta y el «núcleo» apenas se encargaba de facilitarles el trabajo con materiales de propaganda y técnicas avanzadas de «guerrilla política» no violenta y de reacción rápida frente a los envites represivos del Gobierno.

Otro acierto fue perseguir un objetivo único y muy definido: echar a Slobo y sus secuaces. Muchísima gente en Serbia compartía este deseo, que era lo único necesario para apoyar el movimiento, sin haber de comulgar con todo el ideario de un partido político. En resumen, Otpor! comprendió que la sociedad red se articula al rededor de redes para proyectos concretos, de adhesión voluntaria y abierta, y sin jerarquía.

Su fin tan concreto permitía (exigía, diría yo) un mensaje sencillo que ellos supieron convertir en una propaganda simple e impactante de carácter vírico que incitara a la reflexión. Apoyándose en una actitud positiva (e incluso juguetona), comenzaron por acercarse a las poblaciones periféricas, menos controladas y politizadas, para ir construyendo de abajo hacia arriba un movimiento fuerte. De esta forma, llegaron a sumar a su propósito a los principales partidos políticos sin llegar a depender de ellos, y siempre evitando la centralización del liderazgo: el movimiento había de crecer como una enredadera y no como un árbol.

El documental no lo enfatiza, pero vemos cómo los participantes del movimiento imprimen panfletos, publican en páginas web, se desplazan continuamente por carretera y se mantienen informados al instante gracias al teléfono móvil. ¿Habría sido posible el triunfo de la revuelta sin estas tecnologías que permitían mantener conectada la red distribuida? El poder de las antiguas estructuras parece basarse en la escasez de interacciones entre las personas y, sobre todo, en el control jerárquico de éstas. Entonces, ¿habremos llegado al nivel de interconexión necesario para hacer peligrar estas estructuras?

Remate: Tanto si la respuesta es «sí» como si es «no»: la Declaración de Independencia del Ciberespacio. Gobernantes… no sois bienvenidos.