En la novela Pattern Recognition (titulada en castellano Mundo espejo), William Gibson deja de lado el ciberpunk que tanta fama le dio para retratar con un acierto sorprendente la vida cotidiana en la Red a principios del siglo XXI. Correo electrónico, foros, ordenadores y teléfonos móviles acompañan a la protagonista en sus peripecias cosmopolitas donde las relaciones con los otros son ya tanto o más virtuales que físicas, y la jerga científico‐técnica salpica el discurso diario.
Pero la vida en la Red reflejada por la novela dista mucho del aislamiento doméstico al estilo Enjuto Mojamuto: patrocinados por una multinacional para la cual no hay más fronteras que las del mercado libre, personajes de diferentes orígenes actúan en diferentes países sin manías como en una película de James Bond, usando las telecomunicaciones para mantener el contacto con su red de relaciones. El funcionamiento de esta red es central en la novela, y los protagonistas contactan continuamente cuando necesitan algo que saben que el otro podrá hacer mejor: así, cada nodo aporta a la red más valor que el que tiene aisladamente. ¡Incluso los agradecimientos del autor parecen la descripción de una red!
Este informacionalismo emergente se une a una ética hacker del trabajo: cubiertas sus necesidades básicas, vemos como algunos de los protagonistas de la novela actúan movidos en el fondo por la pasión y el desafío intelectual, por encima del dinero y de los roces personales o las incomprensiones de los motivos de los otros. Y esto no es trivial cuando los personajes profundizan en relaciones puramente virtuales que pueden dejar espacio a la desconfianza y que nunca acaban de saber quién más conoce, pero que también les causan un cierto choque al materializarse en la realidad física.
Y es que en un mundo donde todo está conectado y que vive una histeria terrorista alimentada por los medios de comunicación, la paranoia reinante es interiorizada por los protagonistas en un estado de alerta continua que es mala compañera de sus investigaciones por los territorios más subterráneos de la Red, y hace que el mare magnum de información despierte conexiones mentales inesperadas: la apofenia, la percepción de relaciones entre objetos que no tienen ninguna, es otro motor de la novela de Gibson y hace dudar de si las asunciones de siempre aún son adecuadas para entender esta realidad caótica y globalizada.
Para ser sincero, yo mismo dudo de tanto en cuanto si no estaré estirando demasiado algunas relaciones en el alud de nuevos conceptos e ideas del Itinerario. ;)