En su libro Zonas Temporalmente Autónomas (1990), Hakim Bey parte de la constatación de que toda lucha contra el Estado que actúe de frente contra éste y busque la liberación definitiva de toda la sociedad, es decir, toda revolución libertaria, estará condenada a la traición y el fracaso eventuales, como la Historia ha demostrado en repetidas ocasiones. Bey de llega a preguntar si es posible en absoluto construir una sociedad libre en un mundo donde gran parte de la gente vive bajo la represión y el autoritarismo del Estado y otras formas de control.
La respuesta de Bey es que la revolución no sólo es poco plausible, sino que no es deseable debido al esfuerzo perdido que representa enfrentarse contra la violencia del Estado, que siempre tiene las de ganar. No obstante, en vez de abandonarse al nihilismo, Bey hace una propuesta esperanzadora: creemos pequeños entornos de libertad que podamos experimentar intensamente y que tengan una existencia concreta y limitada en el espacio y el tiempo, de forma que puedan pasar desapercibidos a la maquinaria del Estado.
Estos entornos, llamados por Bey Zonas Temporalmente Autónomas (ZTA), estarían soportados por una red de relaciones abiertas y horizontales, y por su inmediatez tendrían la virtud de comportar cambios útiles en la vida cotidiana, no en un futuro utópico. Eso sí, hablamos de una liberación por vía de la lucha continua y silenciosa, de estar preparados para abandonar la ZTA tan pronto como despierte la atención de la maquinaria represora y para rehacerla (igual o diferente) en otra situación.
Por rompedora que parezca la idea, Bey no hace más que teorizar sobre una multitud de experiencias que él mismo documenta (todas con unas características comunes): los asentamientos piratas del s. XVIII, los colonos americanos asimilados voluntariamente a las tribus nativas, las comunidades interraciales de los inicios de los EEUU, la república de Fiume… Si los ejemplos nos paran lejos, tal vez tengamos más suerte imaginando la Mêlée Island™ de los videojuegos de aventuras: alejada de las rutas de navegación comerciales, una isla olvidada, poblada por gente de orígenes diversos que tan sólo tiene en común el deseo de libertad y que han convenido voluntariamente en esta forma de conseguirla, que deciden sus cosas entre todos, y que quemarán el botín que roban a la «civilización» en la fiesta continua, jarra de grog en mano, mientras el cuerpo aguante y no sean descubiertos.
Lo que sugiere Bey es interesante porque en la actualidad parece que las propuestas a gran escala, de carácter abstracto o que se oponen frontalmente al statu quo (manifestaciones, campañas informativas…) a menudo no encuentran más que desinterés por parte de la gente o bien desprecio (si no reacción violenta) por parte del poder. En cambio, las propuestas a pequeña escala que actúan al margen del poder suelen tener un efecto inmediato y por tanto más posibilidades de dejar huella en la gente involucrada (que a veces es más numerosa de lo esperado debido al efecto red). Algunos ejemplos actuales de esta clase de propuestas son:
- Las redes de intercambio P2P, que han hecho mucho más por la difusión cultural y la apreciación del absurdo de la «propiedad intelectual» que cualquier manifestación contra la SGAE o el endurecimiento de las leyes de derechos de autor.
- Las redes WiFi libres, que han conseguido llevar Internet a muchos pueblos donde las presiones a las compañías de telecomunicaciones no han tenido efecto.
- La red de sistemas de publicación personal (blogosfera), que han permitido la difusión y el intercambio de información en países donde las luchas por la libertad de expresión o de prensa no han dado frutos.
Podríamos decir que los anteriores son ejercicios de libertad con elementos enlazados por una serie de relaciones de intercambio de información siempre abiertas, voluntarias e igualitarias. Bey da a este subconjunto de relaciones el nombre de Web y lo proclama como tercera dimensión (junto al espacio y el tiempo, e igualmente limitada) de la ZTA, dimensión donde ésta bebe y se expresa. Esta Web crece en las grietas que el sistema deja en su estructura de relaciones jerárquicas, y no es necesariamente tecnológica.
Bey cree que, aunque las —en aquel tiempo incipientes— redes de ordenadores no aportan más que un alud de la misma información de siempre (cosa que aún parece vigente), acabarán por tener un papel en el intercambio liberador que superará su uso represor por parte del Estado. Casi veinte años después de estas afirmaciones, yo aún tengo mis dudas, especialmente porque hablamos de una tecnología que depende fuerte y crecientemente de la industria capitalista (Bey recuerda acertadamente que sus medios de producción deberían ser liberados), y que puede resultar particularmente aisladora y absorbente. Aún así, la tecnología también ha popularizado ciertas herramientas que dan la razón a Bey: los sistemas P2P, los programas de criptografía, las redes anónimas…
En resumen, la propuesta de Bey requiere para muchos un giro de miras y expectativas, así como una disposición al cambio continuo, pero lo compensa con la posibilidad de disfrutar de pequeñas utopías que realmente toman cuerpo y efecto ahora y aquí. A fin de cuentas, si el entramado social actual se fue formando por el contacto progresivo de pequeñas sociedades, ¿por qué no hacer crecer la nueva sociedad como un archipiélago de nuestras islas de Mêlée particulares?
Buen post!
Un buen y positivo enfoque!
Hay que mirar también a Bey en perspectiva histórica pero sobre todo entender la red virtual, desde el principio como un mar de flores, como un archipilégo. En ese marco el test de si la red distribuida ha sido y es liberadora no tiene nada que ver con que la mayoría de los contenidos sean los mismos de siempre o no. El tema es si ha permitido que se formen comunidades con su propia agenda al margen de la agenda estatal-corporartiva-nacional.
La respuesta es clara e indudablemente sí. Da igual que seamos 5 o 5000. 3000 o 30 millones. el criterio de verdad no está en el número, sino en la posibilidad.
En el mundo estatal el número es importante: más gente agrupas, "encuadras"... más poder te otorga el estado, más "representas". Pero eso nada tiene que ver con la lógica real y concreta de la comunidad real que se cuestiona simplemente: ¿Nos sirve para ser más libres?
Pensar en términos genéricos, sin el quién, desde el punto de vista de una universalidad abstracta "¿Hace la red más libres?", es la mirada del estado nacional y no puede llevar a ningún lado. Es una mirada falsamente desubjetivada (frases sin sujeto). La pregunta es *nosotros* podemos ser más libres? El *quién*, el sujeto, es siempre lo más importante.
La herramienta más versátil
Gracias por tu comentario, David. En efecto, buscar el cambio social en la propia Red no puede llevar más que a la frustración, ya que ésta no es una persona y además lo que más visibilidad tiene de ella está directamente relacionado con su utilidad para el establishment (comercio, webs institucionales y mediáticas, ocio vacío, crimen…).
Lo mejor de la Red es que se trata de una herramienta tan sorprendentemente versátil que se hace difícil imaginar lo próximo que inventará la gente haciendo uso de ella, lo que se me antoja siempre excitante. Ello también explica las ansias de los gobiernos por disciplinar (como diría Versvs) su uso para permitir (y así controlar) sólo lo que conocen y dificultar cualquier alternativa (léase restricción del P2P y reglamentación de blogs).
Buenos ejemplos actuales.
Buenos ejemplos actuales. Creo que cada vez se está tomando más conciencia del poder que tenemos en nuestras manos gracias a la red. Es cosa de ver cuántas acciones ciudadanas, organizaciones, comunidades, etc. han florecido últimamente, incluso muchas de ellas han llegado a círculos de poder que de otra manera no hubieran tenido repercusión en la toma de decisiones. Y ésto básicamente se da por el carácter colaborativo y versátil que tu indicas al final. saludos!
Lo subjetivo y la lógica de las redes
El tema de lo subjetivo y las redes pluriárquicas me parece central, fundamental, pues justamente es donde creo que el estado tiene su flanco más débil, en su supuesta objetividad, que es donde empieza a "hacer agua" cada vez más.
Me explico: Todo el sistema estatal, está despojado del sujeto, cómo si existiera una realidad externa independiente del sujeto. Justamente es allí donde están las brechas fundamentales que pueden ser aprovechadas por las redes, un tema que sin duda dá para mucho.
Un placer conversar, Saludos
Consolidando ideas
Gracias Iván por pasar por mi casa, invitado quedas a La Taberna siempre que te apetezca echar un trago o inventar una historia o una canción...,
En cuanto al tema de las ZTAs, me han parecido imprescindibles cada una de vuestras aportaciones y la idea olvidada del "sujeto"... la intoxicación en la que nos podemos llegar a ver inmersos nos hace olvidar que los realmente protagonistas somos nosotros, tanto activos (en ZTAs o no) como pasivos (asumiendo el papel que nos adjudican).
Un saludo a tod@s.
Adiós al espejismo objetivista
Francamente, yo también me alegro de que estemos abandonando el espejismo de que podemos abarcar toda la realidad de forma completamente objetiva. Para las matemáticas o las ciencias experimentales es posible que sí, pero no para lo social (yo incluso atribuiría a esto parte del éxito de los blogs frente a los medios de masas).
Es cierto, Alejandro, que el Estado flaquea en el control o la comprensión del sujeto, pero también es verdad que su maquinaria adoctrinadora y propagandística está muy bien engrasada y por ello a menudo renunciamos con pasmosa facilidad subconsciente a nuestras libertades y responsabilidades. Espero que al recuperar el valor de lo subjetivo seamos también capaces de recuperar todo esto.
¡Qué enriquecedoras me están resultando estas conversaciones del Itinerario! Un abrazo.
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