La ética del hacker y el espíritu de la era de la información es uno de esos libros que hacen encajar muchas de las percepciones que uno tiene de la sociedad, y lo hace con un razonamiento y un estilo impecables. Escrito por Pekka Himanen, prologado por Linus Torvalds y epilogado por Manuel Castells, La ética… te recuerda que la filosofía i la sociología pueden resultar muy entretenidas y estimulantes.
Himanen repasa los principales valores de la ética hacker, que presenta como una tendencia social que va desplazando poco a poco a la ética protestante dominante en el capitalismo industrial. Himanen compara brillantemente ésta última con el monasterio, donde el trabajo y el esfuerzo tienen valor por sí mismos y la vida se organiza al rededor de éstos de una forma rígida y estática sin que nada cuestione las decisiones del abad. En la sociedad monástica civil, el dinero y las propiedades (como supuesta expresión del esfuerzo) se convierten igualmente en fines por sí mismos e incluso la información pasa a ser una propiedad a acumular en exclusiva, en una especie de edad media digital.
En contraste, Himanen asemeja ciertos aspectos de la ética hacker a la academia, donde se valora la libre circulación del conocimiento y se fomenta su intercambio, estudio, crítica y mejora colaborativa entre iguales. Algunos proyectos libres como Linux, la Wikipedia o guifi.net son ejemplos de este innovador modelo de desarrollo. El hacker reemplaza la devoción ciega por el trabajo por la pasión por un proyecto que considera valioso para la sociedad y por el que siente auténtico interés. Hablamos de una evolución de las motivaciones desde la simple supervivencia hacia las sociales o intelectuales, una progresión jocosamente bautizada por Torvalds como la Ley de Linus que me recuerda inevitablemente a un pasaje de The Hitchhiker's Guide to the Galaxy:
The History of every major Galactic Civilization tends to pass through three
distinct and recognizable phases, those of Survival, Inquiry and
Sophistication, otherwise known as the How, Why and Where phases. For
instance, the first phase is characterized by the question How can we eat?
the second by the question Why do we eat? and the third by the question
Where shall we have lunch?
Así, el trabajo o el dinero dejan de ser valores fundamentales para el hacker; en cambio, sí lo son el reconocimiento de sus iguales y la utilidad social de lo que hace. La productividad entendida como cantidad de trabajo desarrollada por unidad de tiempo tampoco tiene sentido: el hacker organiza libremente su tiempo y esfuerzo, guiándose por objetivos y con un estilo más lúdico y relajado. Esto, lejos de convertirlo en un vago, explica que un hacker pueda pegarse sesiones maratonianas de trabajo a menudo no remunerado. Como narra Ron Avitzur:
Why did Greg and I do something so ludicrous as sneaking into an
eight-billion-dollar corporation to do volunteer work? […] In reality, our
motivation was complex. Partly, the PowerPC was an awesome machine, and we
wanted to show off what could be done with it […] Partly, we were thinking of
the storytelling value. Partly, it was a macho computer guy thing - we had
never shipped a million copies of software before. Mostly, Greg and I felt
that creating quality educational software was a public service. We were
doing it to help kids learn math. Public schools are too poor to buy
software, so the most effective way to deliver it is to install it at the
factory.
[…] I view the events as an experiment in subverting power structures. I had
none of the traditional power over others that is inherent to the structure of
corporations and bureaucracies. I had neither budget nor headcount. I
answered to no one, and no one had to do anything I asked. Dozens of people
collaborated spontaneously, motivated by loyalty, friendship, or the love of
craftsmanship. We were hackers, creating something for the sheer joy of
making it work.
Este modelo de trabajo colaborativo informal se ha desarrollado a gran escala gracias a las TIC, que reducen el impacto de las distancias físicas y temporales. A nivel social, las TIC han posibilitado la emergencia del nuevo paradigma que Castells llama informacionalismo, que viene a reemplazar el industrialismo su sociedad jerárquica por la sociedad red que se articula en redes planas centradas en proyectos donde el valor de cada nodo depende de lo que aporte a la consecución de la meta.
La ética protestante intenta adaptarse a este modelo tratando de mantenerse estable para no descarrilar de un mundo que se mueve cada vez a mayor velocidad. Así, los estados se apoyan en redes internacionales elitistas y prefieren ver a los otros como «socios globales y estratégicos» sin ejercer la menor crítica cuando éstos violan los derechos humanos, siempre que aporten estabilidad (en lugar de paz y justicia). Por tanto, su motivación vuelve a ser la supervivencia, que no da lugar a articular una reflexión sobre el futuro.
No obstante, la ética hacker interpreta la sociedad red muy distintamente: en lugar del elitismo fomenta la inclusión para limar las desigualdades sociales, mediante la participación abierta y el aprendizaje colaborativo, como demuestran proyectos como guifi.net en las comunicaciones, los hacklabs en las nuevas tecnologías, y los fab labs o la RepRap en la fabricación. Fruto de la misma reflexión hacker de un futuro donde el acceso universal a la tecnología permite distribuir el poder en la sociedad nacieron la Internet, la Web o el ordenador personal, revoluciones que no fueron orquestadas por gobiernos o empresas, sino desarrolladas colaborativamente por grupos autoorganizados en el mundo académico, en los centros de investigación, o entre los aficionados a los ordenadores. Himanen cita a Tim Berners-Lee sobre la Web:
The web is more a social creation than a technical one. I designed it for a
social effect — to help people work together — and not as a technical toy.
The ultimate goal of the Web is to support and improve our weblike existence
in the world.
[…] interested people on the Internet provided the feedback, stimulation,
ideas, source-code contributions, and moral support that would have been hard
to find locally. The people of the Internet built the Web, in true grassroots
fashion.
Muchos dirán «¿para qué quieres liarte así cuando puedes apañarte con un trabajo que no te exija tanto esfuerzo y ayudar a los demás haciendo un donativo a una ONG?» Pues muy sencillo: porque lo necesitas. Porque descubriendo un proyecto interesante, aprendiendo lo que desconoces y ayudando a aprender, creando cosas innovadoras y compartiendo los resultados con los demás no sólo ayudas a repartir el trabajo, sino también la felicidad, y la felicidad, cuando es compartida, se multiplica.
Share and enjoy!
ética hacker y universidad
Grande!
Creo que la ética hacker fue de las lecturas que más me interesaron del itinerario, junto con toda la literatura ciberpunk de Sterling, Gibson y companyia.
De hecho, esta lectura me sirvió para preparar una comunicación en el congrés valencià de sociologia, cuyo principal objetivo era reventar el ámbito académico desde dentro. Creo que Himanen usa con mucha frecuencia la metáfora de la academia para hablar del modo de producción intelectual en red, pero la realidad de la universidad actual da bastante penita...
Sin embargo, hay redes de afines subyacentes, preparadas para ser descubiertas y empoderadas. A raíz de esa comunicación, tomé contacto con compañeros que estaban interesados en temas similares, e incluso ahora estamos planteando proyectos y líneas de trabajo para explotar esta idea del share&enjoy.
Aquí está aquel trabajo: http://juliosouto.tresneuronas.net/etica-hacker-y-universidad
PS: por cierto, me han recomendado ya varias veces la "guía del autoestopista galáctico". Al final voy a tener que leermelo...
La Academia…
¡Qué bueno eso de «reventar el ámbito académico desde dentro»! Yo (que estuve una breve temporada investigando) no puedo más que compartir esa sospecha, y parece que no soy el único. Por eso mi enlace a «academia» es a la Academia de Platón. ;)
Aquí tenía tu post abierto en una pestaña, en cuanto pueda le echo un vistazo. Y por cierto, si entiendes bien el inglés británico hablado, hazte con la versión radiofónica de «La Guía…». ¡La interpretación es deliciosa!
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