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El bonsái que rompió la maceta

En el relato Días verdes en Brunéi (Bruce Sterling, 1989) hay un bonsái. El arbolito es pequeño, crece con poca cosa e incluso lleva unas instrucciones detalladas para que su amo, Turner Choi, pueda cuidarlo. Debería de ser fácil para un ingeniero como él, y aún así el bonsái se va marchitando inexplicablemente con cada día que pasa.

Turner ha sido contratado por el sultanato de Brunéi para ayudar al pequeño país (embarcado en el ecologismo autosuficiente y el aislamiento cultural desde la crisis definitiva del petróleo) a abrir tímidamente su comercio marítimo al exterior. Turner es un bricoleur, un apasionado de la tecnología que sabe cómo arreglárselas reciclándola para darle utilidad. Recicla la obsoleta tecnología bruneana del siglo anterior para poner a punto unos astilleros robotizados, igual que los bruneanos reciclan las ciudades para convertirlas en granjas urbanas. Todo es reciclaje en Brunéi. Bien, todo excepto la realeza. ;)

El cuento es muy entretenido y se aleja bastante del ciberpunk «clásico» (del que Sterling es padre), aunque mantiene algunos de sus temas favoritos como el reciclaje tecnológico, la aceptación del caos frente al futuro planificado o la tentación de desaparecer con la tribu marginal. Pero de todas las reflexiones que despierta, me quedo con la del bonsái.

El bonsái se encuentra en su maceta diminuta y cómoda, con la gente siempre [cuidándolo], tratando de que [encaje]. Pero Turner descubre que la presión de la diminuta maceta era asesina, y decide romperla.

Podemos figurarnos el bonsái como una metáfora de los ecologistas de Brunéi y a la vez del propio Turner Choi: gente con ideas innovadoras para un desarrollo socioeconómico más humano, y gente que comprende la tecnología que soporta el mundo donde vivimos y que hace posibles esas ideas y su expansión global. Gente que ha de luchar para sortear las estructuras de un mundo obsoleto (la jerarquía, la nación, la corporación) que ponen trabas a su crecimiento y que se resisten a cambiar aún a riesgo de desaparecer.

Los protagonistas de Días verdes en Brunéi subvierten los recursos de estas estructuras opresoras para formar y mantener una comunidad tanto real como virtual donde gentes de orígenes diversos desarrollan su actividad allí donde más conviene, y que combina lo mejor de Oriente y Occidente, la solidaridad y el trato cercano y humano junto con el respeto por la libertad de cada uno.

Curiosamente, el bonsái en cuestión es una higuera de Bengala, un árbol enorme que allá donde crece extiende sus raíces aéreas formando nuevos troncos y todo un bosque a su alrededor. :)

Higuera de Bengala

Estupenda lectura la que has hecho de Días verdes en Brunei. La reflexión sobre el bonsai me parece buenísima y el relato que articulas a partir del minúsculo arbolito muy acertado.
Gran aporte :-)

Bonsáis, higueras y enredaderas

¡Gracias, Nat! Me alegro de que te gustara. La verdad es que cuando llegué al punto en que el protagonista se compara con un bonsái supe que Sterling escondía algo muy interesante allí. Luego también está la naturaleza de la higuera, que me arriesgaría a decir que es la versión arbórea de una enredadera. :D

El invernadero

Por cierto, otro paralelismo a explotar en el relato (y que lleva a conclusiones similares) es el que se da entre Brunéi y un invernadero donde se experimenta el futuro pero que necesita romper las barreras para extenderse por el mundo. Sólo hay que buscar las referencias de Brooke y Moratuwa al invernadero y las frases clave salen solas.

Ruptura, antes y después....

Romper la maceta, subirse a los arboles...realmente es fascinante como Días verdes en Brunei nos llevo a conclusiones tan similares..Rompimos el contrato..rompimos la maceta..nos independizamos y ahora construimos nuestro propio futuro...y nos menos importante es el hecho de que no queremos obligar a nadie a seguirnos...el numero no nos importa...

Vaya que sí

Vaya que sí, y eso último tiene mucha relación con la formación de zonas temporalmente autónomas y de identidades ciborg: este camino no es ni será el único, y elegirlo es completamente voluntario. Parece una cosa sencillota, pero hay que ver qué lejos cae de, por ejemplo, la política reinante en muchos países.

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