Hace unos días acabé de leer (como parte del Itinerario Indiano) Ciberia, un curioso libro donde Douglas Rushkoff muestra un panorama de personajes y tendencias alternativas o contraculturales de principios de los '90, ligadas todas por la experimentación de diferentes formas de explorar y construir la realidad colectivamente: hackers y crackers, viajeros psicodélicos, neopaganos tecnófilos, músicos industriales y house, escritores más o menos ciberpunk, jugadores de rol… ciberianos todos, habitantes de Ciberia, para Rushkoff.
Si seguís mi blog habréis visto que estos días también he estado liado haciendo pruebas con IPv6. Contrastando la experiencia con lo que narra el libro, me sorprende cómo el bricolaje digital se alinea con el esquema de viaje que resume cómo viven los ciberianos la exploración de la realidad. En primer lugar uno toma la determinación de adentrarse en el tema a tratar, tal vez atraído por las experiencias de otros o con propósitos concretos, aunque a menudo por el simple placer de hacerlo. Después comienza la propia experimentación, que requiere cierta autodisciplina para no perderse en la inmensidad de los nuevos caminos de conocimiento que se abren. Finalmente hay una vuelta o descenso a la realidad en que hemos de ser capaces de consolidar lo que hemos aprendido e incorporarlo a nuestra experiencia.
El ejemplo arquetípico descrito en Ciberia es el viaje psicodélico con sustancias como el LSD, donde la falta de autocontrol durante el apogeo o el descenso puede resultar en un mal viaje. Pero hay más formas de viajar de las que recoge Ciberia. Como el HPL.
Cuando estaba en la Complutense, mi padre solía acompañar a Francisco Torres
Oliver al cine para ver películas de miedo, con las que el primero se lo
pasaba en grande para desesperación del segundo. Torres les dedicó una
copia de los Viajes al otro mundo de H. P. Lovecraft (Alianza Editorial,
1971) traducida por él, edición que incluía una estupenda introducción de
Rafael Llopis titulada En busca del paraíso perdido. En ella, Llopis
narra la visita a una instalación montada en el American Center de París en
homenaje a Lovecraft que el autor interpreta como una alegoría de un viaje
con LSD. Un acerado paralelismo que conecta la fantasía con la exploración
ciberiana de la realidad, ya que como dijo Terry Pratchett La Fantasía no
sólo va de magos y varitas chorras. Va de ver el mundo desde nuevas
direcciones
.
Pese a lo que pudiera aparentar, las fantasías atormentadas y delirantes de
Lovecraft no eran producto de la locura ni del uso de drogas. Llopis describe
a Lovecraft como un toxicómano de sueños […] un onirómano contumaz
con una
habilidad especial para orientar y después recordar sus sueños, como el
viajero de LSD experto aprende de sus vivencias psicodélicas. Pero el sueño
lovecraftiano, igual que la fuerza del LSD que borra todo rastro del yo y las
convenciones socioculturales, aisla al viajero de la sociedad y lo puede poner
en situaciones realmente angustiosas, retrotrayéndolo a un estado infantil,
indefenso y con poca capacidad de actuación.
En cambio, cuando somos capaces de explorar la realidad manteniendo el yo y nuestra capacidad de relación social, es cuando realmente podemos disfrutar del proceso. No importa que el yo haya de reinterpretarse en otras identidades (ya sean ciborgs, avatares en la red o personajes de rol) o que hayamos de adoptar nuevas formas de relacionarnos con los otros (vía redes digitales o por las reglas de una partida): lo que importa es que liberándonos de las restricciones físicas y de las convenciones impuestas recuperamos la capacidad de crear colectivamente nuevas realidades.
Así, Lovecraft refleja lo que sueña pero más adelante Tolkien o Pratchett toman las riendas de su imaginación y crean lenguajes y universos completos. De igual forma, Ciberia evoluciona poco a poco de la oscuridad a la luz, al placer de la experiencia por ella misma: el LSD elimina el yo pero el Éxtasis aumenta la sociabilidad, y mientras el Batman de Miller vive desesperado en el caos social y el el ciberpunk primero de Gibson o Shirley arrastra la problemática social de los '80, las Tortugas Ninja y los personajes de Laidlaw y Rucker abrazan el caos, se lo pasan todo por el forro y a disfrutar, al estilo surfista… ¡Cowabunga! Como escribe Llopis:
Cuando la razón esté segura de sí misma, la expresión de lo irracional no será blasfemia ni pecado de lesa razón, sino simple juego y, por tanto, alivio. La razón no tendrá que aferrarse a lo objetivo para no ahogarse, sino que sabrá nadar —y bucear— en las turbias aguas de lo irracional, volviendo al aire puro de la superficie cuando le plazca.
No creo que sea correcto decir que los ciberianos actúen sin otro objetivo
que el placer, sino más bien que el objetivo de crear una nueva realidad
resulta tan estimulante que la frontera entre el deber y el placer se
desdibuja. Y sí, es posible que la naturaleza caótica e ilimitada de los
entornos en que se mueven invite a la simple exploración lúdica o surfeo y
aparente que esto es la bomba, pero como decía Bruce Eisner en Ciberia:
En los años sesenta estábamos seguros de que iba a haber una revolución que
lo cambiaría todo de la noche a la mañana. Pero nunca llegó. En vez de la
revolución llegaron los setenta
. Experimentar juegos de rol está bien,
pero si queremos cambiar nuestras vidas realmente, habremos de trabajar para
que esas nuevas realidades de concordia y libertad puedan sustentarse fuera
de la realidad virtual.
Hora de despertar.
(Por algún motivo la canción Set the Controls for the Heart of the Sun se me enganchó durante toda la lectura del libro, vete a saber…)
¡onirómanos!
Buenísimo post!
Me encanta la expresión "oniromanía", no sé si eso lo diagnostica ya la psiquiatría o todavía está por estudiar. Me recuerda una canción de Sabina que decía "señorita, por favor, deme pastillas para no soñar..."
Pero sí, la conclusión es buena: buceos e inmersiones son necesarias en la irracionalidad y el inconsciente, pero si no se recuperan y se integran al consciente y la racionalidad, de poco sirven, y entramos en la zona de peligro del ostracismo. El devenir intersubjetivo del sueño es su realidad (de ahí la importancia de los transeuntes que prescinden de tecnochamanes, ya que la creación colectiva es ontogenéticamente mucho más poderosa que el regalo del genio).
Y me siguen encantando los juegos de rol, como vivero de lo real, como diálogo...
Integrar el inconsciente colectivo
Gracias, Julio, he tenido otros buenos posts en que apoyarme. ;)
La verdad es que la introducción de Rafael Llopis al libro de Lovecraft es una auténtica joya. Como veo que citaste a Jung, aquí va otro fragmento que al final no incluí en el post y que está relacionado con lo que comentas:
¿Quién no ha sido un poco onirómano alguna vez y ha intentado estirar un sueño antes de levantarse, atraído por su aparentemente bella, inefable y absurda lógica interna? Pero claro, hay que levantarse porque
y hay mucho que hacer en ella…Finalmente, aún bajo el peligro de recentralización que representa, continúo creyendo que el papel del chamán puede ser muy válido e importante para facilitar las relaciones que desembocan en el aumento del conocimiento de la realidad o en la creación de nuevas realidades, siempre que no sea por vía autoritaria. Hablando de los juegos de rol, (aún a riesgo de meter la pata porque no los conozco lo suficiente) piensa en la importancia del Maestro del Juego.
Fantástico post!!
Fantástico post Ivan!! Hasta ahora ningún itinerante había captado en Ciberia aquello que los indianos vemos en el libro!!
¿Crear realidades sostenibles?
¡Gracias David, me alegro de haber sacado temas interesantes al debate! :)
Como en otros posts y comentarios se consideraba la experiencia ciberiana (en particular el juego de rol) como un buen entrenamiento y se criticaba a las ZTA por no aportar cambios sostenibles en el tiempo, simplemente he expuesto lo que consideraba era el paso siguiente, es decir, aportar a las nuevas realidades creadas conscientemente la capacidad de sobrevivir en la realidad del día a día. He puesto como ejemplo la filé porque me resulta lo más cercano ahora, aunque si se le diera más vueltas seguro que aparecerían unos cuantos ejemplos más.
Por cierto, aunque me ha costado, he disfrutado como un enano escribiendo el post y comentando… ¡Parece mentira la de jugo que se le saca a estas conversaciones entre itinerantes e indianos!
(¡Feliz año a todos!)
¿Sostenibilidad en Ciberia?
En que parte de Ciberia crees que se toca el tema de la sostenibilidad de la nuevas realidades, creo que podemos llegar a la conclusión consensuada de que en un momento dado los ciberianos comenzaron a crear nuevas realidades marcadas por aquello que experimentaron en ciberia, no? pero crees que se plantean el tema de la sostenibilidad? me refiero a la sostenibilidad desdes el punto de vista de los indianos, ya que quede con la sensacion que en Ciberia nació la idea de nuevas realidad marcadas por Ciberia pero que el tema de la sostenibilidad como lo ven los indiano quedaba pendiente.
quizás en la empresas comercializadoras dentro del movimiento house?
Excelente tu post.
Eisner al ataque
¡Gracias! Efectivamente, el asunto de la sostenibilidad no creo que se nombre explícitamente en Ciberia, pero puedes encontrar una crítica cada vez que aparece Eisner (o Sterling) en el libro: la tecnología, las drogas o cualquier otra técnica ciberiana no son liberadoras por sí mismas, por lo que no son garantía de un cambio social.
No obstante, creo que con el Itinerario sí estamos intentando buscar alguna forma de cambio que podamos trasladar a nuestra forma de vida. Por eso he sacado el tema de la sostenibilidad en el día a día. ¡Nos leemos!
Ciberia
Supersugerente tu post, Ivan. Yo lei Ciberia hace poquito (hace casi justo un año, con la pata en alto... siguiendo también un itinerario, o un paseo, no sé...) y me gustó ese mix de experiencias aparentemente diferentes e incluso divergentes que, sin embargo, eran parte de un paisaje global que Ruskoff supo ver. Lo que me dio también que pensar fue lo lejos que estábamos de casi todo eso en las ultraperiferias imperiales... aquí en los 70 y primeros 80 tuvimos cantautores, rock sinfónico regionalista y de ahí, traca, a la Movida. Y a la heroina sin pasar por fases previas, también... Sin embargo, toda esa tercera ola californiana ( primera los beats, segunda los hippies, tercera, ciberia) acabó llegando a todas las orillas. Y el link con Lovecarft, me parece genial. Llego a tu blog de la mano de David. A partir de ahora, lectura fija... Un abrazo. Daniel.
En el lago
Gracias Daniel, parece que di con algo realmente interesante esta vez. :) Aunque el revelador enlace entre Lovecraft y la psicodelia se lo debo a Rafael Llopis y su magnífica intro. Y puestos a enlazar, parece que ese (magnífico) rock sinfónico también fue partícipe de las experiencias y viajes ciberianos (si no, dime qué es esto ;) —enlace gracias a Diego Manrique). Así que bueno, algo sí que creo que llegó aquí.
Yo no tuve la suerte (o desgracia) de vivir esa época, pero afortunadamente con el fenómeno de la interconexión a nivel mundial se amplifica el alcance de estos movimientos. Lo que quiero decir es que si vuelve a surgir algo así será más difícil que se nos pase por alto.
(Por cierto, si te gusta el rock sinfónico, échale un vistazo al programa Los Recuerdos del Unicornio.)
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